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El tabaco es un producto agrícola procesado a partir de las hojas de Nicotiana tabacum. Se consume de varias formas, de las que la principal es la combustión que produce el humo que se inhala al fumar. Se utiliza desde hace milenios y tiene su origen en el continente americano, desde donde se extendió a Europa en el siglo XVI y, posteriormente, al resto del mundo. Se comercializa legalmente en todo el mundo (salvo en Bután),[1][2] aunque en muchos países tiene numerosas restricciones de consumo, por sus efectos adversos para la salud pública. Entre las numerosas sustancias de su composición, el tabaco incluye un alcaloide que se encuentra en las hojas en proporciones variables, la nicotina,[3] una sustancia altamente adictiva[4] que se asocia a una serie de efectos negativos en la salud y que en dosis altas es potencialmente letal.[5]
El género Nicotiana abarca más de 50 especies clasificadas en cuatro grupos principales: Nicotiana tabacum, Nicotiana petunoides, Nicotiana rustica y Nicotiana polidiclia. La especie Nicotiana tabacum, se puede clasificar en cuatro variedades: havanesis, brasilensis, virgínica y purpúrea, que son el origen de las distintas variedades usadas en la comercialización.
El consumo de tabaco es un factor de riesgo para muchas enfermedades, especialmente las que afectan al corazón, el hígado y los pulmones, así como muchos tipos de cáncer.[6] En 2008, la Organización Mundial de la Salud definió al tabaco «como la principal causa en el mundo de muerte evitable».[7] A comienzos del siglo XXI, la OMS estimaba que el tabaco era el responsable de más de cinco millones de muertes cada año y de unas 100 millones de muertes en todo el siglo XX.[8] Según las estimaciones de la propia OMS, de seguir las tendencias actuales, la cifra de muertes por tabaquismo podría elevarse a ocho millones anuales en el 2030, hasta totalizar un estimado de 1000 millones de muertos a lo largo del siglo XXI a causa del tabaco.[8] Desde la década de 1990, se han promovido legislaciones en países desarrollados e iniciativas internacionales, como el Convenio Marco para el Control del Tabaco (OMS),[9] para frenar su consumo, aunque a nivel mundial este ha aumentado en las últimas décadas, especialmente en países en vías de desarrollo,[10] mientras que en los países desarrollados se ha estancado o disminuido.[10]